Viernes, 8 de marzo de 2019

El tratamiento antirretroviral inyectable de acción prolongada mantiene el control de la carga viral del VIH

Una combinación inyectable de dos fármacos antirretrovirales de acción prolongada, administrada una vez al mes, obtuvo una tasa muy reducida de fracaso terapéutico y ofreció un perfil de seguridad favorable, según los resultados de dos ensayos de fase III presentados en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2019).

Las inyecciones de la combinación doble compuesta por cabotegravir (un inhibidor de la integrasa experimental) y rilpivirina (Edurant, un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido [ITINN], disponible en la actualidad en forma de comprimido), consiguieron mantener la carga viral indetectable en un grupo de personas que habían estado tomando un régimen antirretroviral oral estándar (en el ensayo ATLAS), así como en otro grupo de personas que no habían recibido tratamiento con anterioridad, pero sí que se sometieron a un corto periodo de inducción con tres fármacos (en el ensayo FLAIR).

En ambos estudios, los datos farmacocinéticos evidenciaron que las concentraciones de cabotegravir y rilpivirina en sangre permanecieron por encima de los umbrales considerados efectivos durante todo el periodo del estudio y fueron similares a los niveles alcanzados con las formulaciones orales correspondientes.

Los participantes manifestaron un elevado nivel de satisfacción con las inyecciones mensuales, en comparación con la administración oral diaria, y casi todas las personas afirmaron su preferencia por el método inyectable.

Defectos del tubo neural e inhibidores de la integrasa: se siguen esperando datos más sólidos

Aún no es posible determinar si la exposición a los inhibidores de la integrasa en torno al momento de la concepción y en las primeras etapas del embarazo aumenta o no el riesgo de que el bebé sufra defectos en el tubo neural, según refleja la investigación presentada esta semana en la CROI 2019.

Se considera que se ha producido un defecto del tubo neural cuando la médula espinal, el cerebro o las estructuras relacionadas no se forman de manera adecuada. La causa más habitual de defectos del tubo neural es la falta de ácido fólico durante el embarazo, aunque también pueden producirse a causa de algunos fármacos. El riesgo de que se produzcan defectos del tubo neural es mayor en el momento de la concepción y en el primer trimestre del embarazo, por lo que es importante descartar cualquier efecto dañino que puedan provocar los medicamentos que se tomen en este momento.

En 2018, surgió una preocupación al respecto después de que, en el estudio de Tsepamo en Botsuana, se observase una tasa más elevada de defectos del tubo neural en niños que se vieron expuestos a dolutegravir alrededor de la concepción o en los primeros tres meses de embarazo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reaccionó a los hallazgos haciendo pública la recomendación de que las mujeres que pudieran quedar embarazadas deberían tomar anticonceptivos eficaces si decidían tomar dolutegravir.

En la actualidad, se está verificando si la señal de advertencia del estudio de Tsepamo realmente se debe a que el fármaco entraña un mayor riesgo, si estos casos fueron una anomalía local o si se debieron a la casualidad. Dolutegravir es un fármaco de la familia de los inhibidores de la integrasa y en los estudios también se ha examinado un medicamento de la misma familia, raltegravir.

Algunos estudios de gran tamaño presentados en la CROI 2019 no hallaron un aumento en el riesgo de que se produjeran defectos del tubo neural. Sin embargo, también se han puesto de relieve las limitaciones de los sistemas de vigilancia médica y se hizo un llamamiento para que se lleven a cabo más estudios prospectivos sobre el efecto de los antirretrovirales. Se espera que a finales de este año estén disponibles más datos del estudio de Tsepamo.

Unas ‘tijeras moleculares’ consiguen eliminar genes del VIH de todos los tejidos en monos infectados

Un equipo de investigadores de la Universidad Temple de Filadelfia (EE UU) ha eliminado los genes retrovirales en las células de dos monos infectados por el VIS, el virus análogo del VIH en simios. El estudio, presentado en la CROI 2019, utilizó una enzima para la extracción de genes (conocida como CRISPR/Cas9), incluida dentro de la cubierta de un virus del resfriado común, para eliminar con éxito los genes del VIS de la mayoría (y posiblemente de todas) las células infectadas de los órganos de todos los monos donde se midieron los niveles.

Tras la intervención, los animales que participaron en este experimento fueron sacrificados para poder tomar biopsias de todos los tejidos, por lo que no se puede concluir que el experimento haya supuesto una cura para el VIS. No obstante, el carácter extensivo de los resultados es impresionante, ya que, a pesar de todos los intentos por cultivar VIS a partir de las células inmunitarias de la sangre de los monos tratados, no se consiguió producir ningún virus. El siguiente paso consistirá en administrar la misma terapia a monos con el VIS que tomen tratamiento antirretroviral y, posteriormente, interrumpir dicho tratamiento para comprobar si el virus reaparece.

El periodo de tiempo en que las personas con el VIH tienen capacidad de transmitir el virus está disminuyendo lentamente en EE UU

En 2016, más de la mitad de las personas diagnosticadas del VIH en EE UU tuvieron que esperar más de tres años para ser diagnosticadas y, tras el diagnóstico, más de cinco meses para que su carga viral llegase a niveles indetectables. Este fue el hallazgo de un estudio realizado por un equipo de investigadores de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC, en sus siglas en inglés), presentado en la CROI 2019, que utilizó datos recolectados rutinariamente sobre nuevos diagnósticos del VIH y resultados de CD4 y carga viral.

Realizar un diagnóstico del VIH a tiempo e iniciar pronto el tratamiento resulta relevante tanto para la salud de la persona con el VIH como en lo que se refiere a los esfuerzos de prevención del virus. Las personas con el VIH sin diagnosticar tienen más probabilidades de transmitir la infección a sus parejas. Sin embargo, tomar un tratamiento antirretroviral eficaz evita que el VIH se transmita durante las relaciones sexuales.

El estudio descubrió que la mediana del tiempo transcurrido entre la infección por el VIH hasta su diagnóstico se redujo de 43 meses en las personas diagnosticadas en 2012 a 39 meses en las personas diagnosticadas en 2016, una disminución del 9% durante el periodo de cuatro años.

El progreso ha sido aún mayor en la reducción de la mediana de tiempo entre el diagnóstico y la consecución de una carga viral indetectable. Entre 2012 y 2016, este periodo pasó de ocho a cinco meses, un descenso del 38%.

La EPOC aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardíaco en personas con el VIH

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardíaco en personas con el VIH, según informó un equipo de investigadores de EE UU esta semana, en el transcurso de la CROI 2019.

La EPOC se refiere a una enfermedad pulmonar crónica que causa dificultades respiratorias. Es una de las enfermedades crónicas más habituales entre las personas con el VIH. Un metaanálisis realizado recientemente descubrió que las personas con el VIH tenían un 15% más de riesgo de sufrir EPOC, incluso después de ajustar los datos para tener en cuenta el hábito de fumar.

Los casos graves de EPOC están relacionados con un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón en la población general. Sin embargo, en estudios anteriores no se observó una mayor tasa de ataques cardíacos entre las personas con el VIH.

En este estudio, se examinó si la EPOC había elevado el riesgo de ataque cardíaco, para lo cual se colaboró con ocho grandes clínicas del VIH de EE UU, que atendían a 22.596 personas con el VIH, y se examinaron los datos de las personas con EPOC.

Después ajustar el análisis por el consumo de tabaco y el tiempo que se había fumado, las personas con EPOC fueron el doble de propensas a sufrir un ataque al corazón durante el periodo de seguimiento (mediana de 3,44 años). Es necesario realizar más estudios sobre los mecanismos que conducen a un mayor riesgo de ataque cardíaco, así como sobre las posibles estrategias preventivas y terapéuticas.

¿Cuántas personas que han tomado la PrEP adquieren el VIH el mismo año?

En la CROI 2019 se presentó un estudio realizado en la ciudad de Nueva York (EE UU) cuyo objetivo era averiguar cuántas personas que hubieran utilizado profilaxis preexposición (PrEP) durante el año anterior recibieron un diagnóstico del VIH.

La PrEP es una estrategia eficaz para prevenir el VIH, y consiste en que una persona sin el VIH toma antirretrovirales para protegerse frente a la infección por dicho virus. Sin embargo, los fármacos utilizados para la PrEP también son componentes del tratamiento antirretroviral y han surgido preocupaciones sobre la posibilidad de que si alguien con el VIH sin diagnosticar toma la PrEP, el virus pueda desarrollar resistencia a esos fármacos.

En varios ensayos de distribución aleatoria con control sobre la PrEP se ha informado de que algunos participantes adquirieron el VIH en el momento de iniciar la profilaxis, o justo antes, y el virus de algunas de estas personas sí desarrolló resistencia a los fármacos. Con todo, se ignora la frecuencia con la que esto sucede en los programas de provisión de la PrEP.

El estudio presentado en la CROI examinó los datos recopilados de forma rutinaria procedentes de 3.685 personas diagnosticadas del VIH en el último año e identificó solo a 91 personas (2,5% del total) que habían tomado la PrEP en el año anterior al diagnóstico. La duración promedio de la PrEP fue de 106 días, pero el promedio del periodo de tiempo entre el inicio de la PrEP y el diagnóstico fue de 250 días, lo que sugiere que muchos habían interrumpido la PrEP algún tiempo antes del diagnóstico.

Se detectó una mayor tasa de resistencia a fármacos en las personas que habían tomado la PrEP y se infectaron por el VIH. No obstante, se trataba únicamente de resistencia a emtricitabina (uno de los dos componentes de la PrEP) y, entre las personas que habían usado la PrEP, no se detectaron casos de la mutación K65R, que confiere resistencia a tenofovir.

La tercera parte (33%) de las personas que habían tomado la PrEP fueron diagnosticadas durante la fase aguda de la infección por el VIH (es decir, muy poco después de la infección), frente al 9% de las personas que nunca habían usado la PrEP.

En su presentación, la doctora Kavita Misra declaró que, aunque los resultados en general resultaban tranquilizadores, estos dejaban patente que "resultaba crucial realizar un cribado riguroso del VIH" antes de que las personas empezaran a tomar la profilaxis.

El tratamiento con inhibidores de la integrasa se asocia a unos mayores aumentos de peso

Esta semana se presentaron en la CROI 2019 más pruebas de que el tratamiento antirretroviral basado en inhibidores de la integrasa está relacionado con un aumento de peso corporal y de que las personas aumentan más de peso tras comenzar un tratamiento basado en un inhibidor de la integrasa que las personas que toman tratamientos con otras familias de fármacos.

La posibilidad de que el tratamiento con inhibidores de la integrasa estuviera relacionado con un aumento de peso fue apuntada por primera vez a finales de 2018 y, desde entonces, otros grupos de investigación han estado examinando el aumento de peso en un rango más amplio de pacientes.

La Cohorte Colaborativa del Sida de Norteamérica descubrió que entre las personas que iniciaban el tratamiento antirretroviral por primera vez, las combinaciones que incluían un inhibidor de la integrasa se asociaban con un mayor aumento de peso que los tratamientos que incluían un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido (ITINN). En el análisis se examinaron 24.001 personas que comenzaron el tratamiento entre 2007 y 2015. Después de cinco años de terapia antirretroviral, las personas que tomaban un inhibidor de la integrasa habían aumentado de peso una mediana de 6kg, en comparación con los 4,3kg de las personas que iniciaron un tratamiento con un ITINN.

En dos estudios de menor tamaño también se descubrió una relación entre el tratamiento con inhibidores de la integrasa y el aumento de peso, pero en otro estudio no se encontró dicha asociación.

¿Este aumento de peso se debe a los fármacos antirretrovirales o es consecuencia de entornos que animan a las personas a comer de forma poco saludable y a permanecer inactivas físicamente? Jane O'Halloran, de la Universidad de Washington en San Luis (EE UU) fue la moderadora de un debate sobre el aumento de peso tras el inicio del tratamiento. En el transcurso de dicho debate, O'Halloran señaló que hasta la mitad de las personas adultas que inician la terapia antirretroviral en EE UU podrían ser obesas. El aumento de peso después del comienzo del tratamiento puede estar produciéndose en personas que ya siguen dietas y estilos de vida que las predisponen a un mayor aumento de peso.

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