EACS 2023: Mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares tras la COVID-19, viernes 20 de octubre de 2023

La COVID-19 eleva el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en personas con el VIH

La doctora Raquel Martin Iguacel en la EACS 2023.
La doctora Raquel Martin Iguacel en la EACS 2023.

Las personas con el VIH diagnosticadas de COVID-19 presentaron un riesgo 35% mayor de sufrir un evento cardiovascular de gravedad al año siguiente, en comparación con otras personas con el VIH, según un estudio español.

Este hallazgo fue presentado en la XIX Conferencia Europea del Sida (EACS 2023), que se está celebrando esta semana en la ciudad de Varsovia (Polonia).

Los resultados de varios estudios de gran tamaño realizados sobre la población general habían reflejado que las personas diagnosticadas de COVID-19 presentaban un mayor riesgo de sufrir un evento cardiovascular de relevancia (como, por ejemplo, un infarto de miocardio) en comparación con el resto de la población. Sin embargo, no se había estudiado previamente el riesgo de nuevos episodios cardiovasculares tras el diagnóstico de COVID-19 en personas con el VIH.

La doctora Raquel Martín Iguacel, en colaboración con un equipo de colaboradores, recopiló los diagnósticos de COVID-19 registrados en la base de datos de la cohorte del VIH PISCIS entre marzo de 2020 y julio de 2022. Además, registró los eventos cardiovasculares procedentes de la base de datos PADRIS, que recopila datos sobre la utilización de los servicios de salud en la Comunidad Autónoma de Cataluña en España.

El análisis identificó a 4.199 personas con el VIH con COVID-19 y 14.004 sin COVID-19. La población del estudio era predominantemente masculina (82%), con una mediana de edad de 45 años en el grupo con COVID-19 y de 48 años en el grupo sin COVID-19. Aproximadamente el 3% de estas personas tenían recuentos de CD4 inferiores a 200 células/mm3 (un factor de riesgo de resultados graves de COVID-19).

El 7% de las personas diagnosticadas de COVID-19 ingresó en el hospital y 25 personas precisaron ser atendidas en cuidados intensivos.

Durante una mediana de 243 días de seguimiento, se observó que 211 personas con diagnóstico de COVID-19 y 621 sin COVID-19 sufrieron un evento cardiovascular. Esto equivale a una tasa de incidencia de 70,2 y 56,8 por cada 1.000 persona-años, de forma respectiva.

Al realizar un análisis multivariable (en el que se tuvieron en cuenta factores demográficos, factores relacionados con el VIH, la COVID-19 y la existencia comorbilidades asociadas a COVID-19), se concluyó que el diagnóstico de COVID-19 estaba relacionado con un riesgo un 35% mayor de experimentar cualquier evento cardiovascular.

Se observó que la diferencia de riesgo se concentraba en tres tipos de problemas cardiovasculares: trombosis (trastornos debidos a coágulos sanguíneos), insuficiencia cardiaca (incapacidad del corazón para bombear suficiente sangre) y otros trastornos cardiacos, incluidos los aneurismas (producidos cuando un vaso sanguíneo se dilata y puede romperse de forma repentina). Las personas con el VIH diagnosticadas de COVID-19 no presentaron tasas más elevadas de infarto de miocardio o ictus.

Los autores del estudio concluyen que, entre las personas con el VIH diagnosticadas de COVID-19, la salud cardiovascular debería ser uno de los puntos centrales de la atención de esta segunda infección (aunque no haya sido necesaria una hospitalización). Es importante garantizar que las personas con el VIH se vacunen contra la COVID-19 y se mantengan al día con las dosis de refuerzo, teniendo en cuenta que esta población ya presenta un mayor riesgo de sufrir cardiopatías.


Una de cada siete personas con el VIH atendidas en una clínica de Ámsterdam presenta síntomas de TEPT

Kevin Moody, en su presentación en la EACS 2023. Foto: Roger Pebody.
Kevin Moody, en su presentación en la EACS 2023. Foto: Roger Pebody.

En Ámsterdam (Países Bajos), un número significativo de personas con el VIH que mantienen un buen control de la infección declaran sentir síntomas de trastorno de estrés post-traumático (TEPT), según afirmó en la conferencia Kevin Moody, de la Universidad de Ámsterdam.

El TEPT se produce cuando una persona ha sufrido un acontecimiento traumático y es incapaz de procesarlo de forma adecuada. Estos acontecimientos pueden ser lesiones, enfermedades o accidentes graves, abusos o agresiones sexuales, pasar por numerosas situaciones de duelo, sufrir rechazo relacionado con el estigma o los prejuicios, guerras, violencia política o migraciones forzosas.

Este trastorno puede provocar que se revivan las situaciones traumáticas, que se experimenten pesadillas, una fuerte sensación de miedo, nerviosismo o la evitación de los recuerdos del suceso.

A los pacientes del Centro Médico de Ámsterdam se les pidió que rellenaran un cuestionario de detección del TEPT. Las 474 personas que respondieron eran en su mayoría hombres (85%), nacidos en los Países Bajos o en otros países de renta alta (79%) y tenían una carga viral indetectable (99%).

Se observó que sesenta y dos personas (13%) cumplían los criterios para confirmar síntomas de TEPT. Esta cifra supera la prevalencia del TEPT en la población general (en las encuestas globales, el 4% de las personas que han sufrido un acontecimiento traumático), y es comparable a las cifras de personas con cáncer (15%), personas con dolor crónico (10%) o personas veteranas del ejército (14%).

Moody afirmó que los profesionales sanitarios deberían considerar la inclusión del cribado de TEPT como parte rutinaria de la atención clínica a todas las personas con el VIH.


Más del 60% de los hombres gais y bisexuales con el VIH en Francia se infectaron en ese país

Mareike Günsche | www.aspect-us.com.
Mareike Günsche | www.aspect-us.com.

En la conferencia se presentó un estudio sobre hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (GBHSH) con el VIH en Francia, pero de origen extranjero, cuyos hallazgos reflejan que el 62% de estas personas adquirieron el VIH tras haberse desplazado a ese país.

El estudio GANYMEDE contó con la participación de 1.159 hombres GBHSH con el VIH que recibían atención en la región de París (Francia). Estas personas tenían una edad media de 43 años, llevaban una media de 18 años en Francia y llevaban seis años recibiendo atención del VIH.

Aproximadamente la mitad de los participantes pudieron estimar en qué momento adquirieron el VIH. En el caso de la otra mitad, se estableció una fecha probable a partir de los historiales médicos o se estimó utilizando el recuento de CD4.

El equipo de investigadores determinó que el 62% de los participantes en el estudio habían adquirido el VIH después de llegar a Francia, aunque este porcentaje variaba de modo sustancial según la región de origen. La gran mayoría de los hombres procedentes del norte de África (85%) y Asia y Oceanía (73%) adquirieron el VIH en Francia, mientras que en el caso de los hombres procedentes de Sudamérica esta proporción fue inferior a la mitad (40%).

En el caso de la mayor parte de los hombres migrantes que llegaron sin el VIH, la probabilidad de adquirirlo en su primer año en Francia fue considerablemente mayor que en los años siguientes. Esto fue especialmente cierto en el caso de los hombres procedentes del África subsahariana. En esta subpoblación, hasta el 25% de los hombres que contrajeron el VIH en Francia lo hicieron en su primer año allí, frente al 4,6% en los años dos a cinco y el 3,9% en los años seis a diez. Del mismo modo, en el caso de los hombres procedentes de Asia, el 16% adquirió el VIH en su primer año, frente al 6% en cualquiera de los nueve años siguientes.

Por otro lado, los resultados de una encuesta realizada entre los participantes reflejan las dificultades a las que se enfrentan algunos inmigrantes. Así, algo menos del 50% dijeron que no sabían hablar francés en el momento de llegar al país; casi el 25% llegaron como personas solicitantes de asilo o inmigrantes indocumentados; el 28% no tenían cobertura médica de ningún tipo; el 8% vivieron en situación de sinhogarismo en su primer año en Francia; el 27% estaban en paro; y más de la mitad declararon no tener suficiente dinero.


La dosificación intermitente de la terapia antirretroviral dual se traduce en una mayor tasa de fracasos del tratamiento

Mareike Günsche | www.aspect-us.com
Mareike Günsche | www.aspect-us.com

Un ensayo de distribución aleatoria con control en el que se exploraba la dosificación de una terapia antirretroviral dual cuatro veces a la semana (en lugar de la toma diaria habitual) reveló que las tasas de supresión de la carga viral fueron similares. Sin embargo, las tasas de fracaso virológico y resistencias fueron más elevadas en el caso de la dosificación intermitente. Los resultados se presentaron en un póster en la conferencia.

Los responsables del estudio ya habían obtenido resultados prometedores probando la dosificación de terapias antirretrovirales triples durante cinco o cuatro días consecutivos a la semana. Su razonamiento es que la dosificación intermitente puede reducir los efectos secundarios y los costes, al tiempo que resultar más cómoda para las personas con el VIH. Sin embargo, algunos expertos se muestran preocupados por la sostenibilidad a largo plazo o el riesgo de desarrollar resistencias con la dosificación intermitente. La dosificación intermitente nunca se había probado antes con la terapia dual.

Entre junio de 2021 y enero de 2022, el estudio contó con la participación de 433 personas con el VIH, atendidas en varios centros sanitarios de Francia. Para poder participar en el estudio, los participantes debían haber tenido una carga viral indetectable de forma constante durante más de un año y su VIH no debía presentar resistencia a los fármacos usados en el régimen dual.

Los participantes fueron distribuidos de forma aleatoria en dos grupos. Así, 219 personas fueron asignadas al grupo de dosificación intermitente (que tomaba la medicación cuatro días consecutivos por semana) y 214 personas constituyeron el grupo de dosificación diaria. El 66% de los participantes recibieron dolutegravir/lamivudina (Dovato), el 34%, dolutegravir/rilpivirina (Juluca) y el 3%, darunavir/lamivudina.

Transcurrido un año, la diferencia en las tasas de supresión de la carga viral entre los distintos programas de dosificación era insignificante. El 94,5% de las personas asignadas al grupo de dosificación intermitente mantuvieron una carga viral indetectable, frente al 96,3% de las que tomaron la medicación a diario.

Se registraron ocho casos de fracaso del tratamiento en el grupo de dosificación intermitente, frente a ninguno en el grupo de dosificación diaria. Seis de estos fracasos se produjeron entre las personas que tomaban dolutegravir/lamivudina. En comparación con rilpivirina, lamivudina es un fármaco que tiene una semivida (el tiempo que permanece en el organismo) corta y una barrera a la resistencia relativamente baja (lo que significa que el virus puede desarrollar resistencia rápidamente cuando la concentración del fármaco es baja).

Cuatro de los ocho participantes que experimentaron un fracaso del tratamiento tenían VIH que presentaba resistencia al tratamiento que tomaban.